Por Itai Hagman
El escenario político porteño
abre grandes posibilidades
En la Ciudad
de Buenos Aires las distintas expresiones del “progresismo” opositor deciden
disputar la base social de la derecha, profundizando así su propia crisis. El
kirchnerismo prefiere no pelearle la
Ciudad al macrismo, con el que termina por pactar, generando
desilusión entre su propia militancia. Se trata de un escenario político que
abre grandes posibilidades para el surgimiento de una nueva voz, consecuente en
la lucha contra las corporaciones y la derecha, alejada de los cacerolazos
conservadores y anclada en la construcción de poder popular.
2013 es un año electoral, pero no
de cualquier elección. Sin lugar a dudas es el comienzo de la discusión del
país de cara al 2015, cuando se cumplirán doce años de gobierno del proyecto
hegemónico hoy en la
Argentina , el kirchnerismo. Se hace inevitable la
construcción de un balance y también la evaluación de las distintas
alternativas existentes. Por eso la militancia popular debate, y lo hace intensamente.
Polarización política y crisis de representatividad
En los grandes centros urbanos y
sobre todo en la Ciudad
de Buenos Aires, un sector importante de la población cree que el kirchnerismo
es un gobierno autoritario y de izquierda, al que identifica en el imaginario
que construyen los medios de comunicación con el “chavismo”. Considera que los
conflictos del kirchnerismo con Clarín, las patronales agrarias, Repsol, la Justicia o cualquier otro
factor de poder, se debe a un ansia del gobierno por acallar las libertades de
prensa y de expresión, confiscar recursos, cuestionar la propiedad privada o
eliminar la “división de poderes” y el “Estado de derecho”. En sus variantes
más radicalizadas estos sectores consideran también que la reapertura de los
juicios contra los genocidas representa una suerte de “revancha setentista”. Es
decir que en lugar de ver un conflicto entre el gobierno y sectores del poder
dominante, lo que observan es una relación víctima-victimario, de un lado un
gobierno autoritario, del otro lado la “sociedad civil” y sus derechos
avasallados por el Estado. Se identifican así con los sectores del poder y
asumen como propias las luchas “del campo”, de Clarín, de los empresarios o de
la corporación judicial. Este sector de la sociedad hegemonizó las protestas
espontáneas de cacerolazos bajo el grito de “no queremos que Argentina sea una
dictadura como Venezuela o Cuba”.
Otro sector de la población,
también importante, se identifica por el contrario con las batallas que el
kirchnerismo ha protagonizado contra estos factores de poder. Considera que las
patronales agrarias se han enriquecido y defienden un interés privado y
egoísta, que Clarín es un factor de poder de primer orden en nuestro país y que
es necesaria una democratización de los medios de comunicación, que la
recuperación de empresas como YPF son parte de las importantes deudas que aun
tenemos que saldar con la herencia neoliberal y que el propio Estado debe ser
reformado y democratizado.
Dentro de este sector muchos
creen que el gobierno hace “todo lo que puede” hasta donde le da la
“correlación de fuerzas”. Creen que el kirchnerismo es la expresión más
avanzada que la Argentina
de hoy puede dar. Otros que se sienten identificados en las banderas de lucha
contra las corporaciones sin embargo no dejan de observar que el kirchnerismo
ha sido funcional a las mismas que combate y también que mientras se pelea con
algunas, realiza acuerdos con otras. Consideran que en términos generales,
estos diez años no han sido aprovechados para impulsar una transformación
estructural del país. Estos últimos probablemente han apoyado en elecciones
pasadas a fuerzas de izquierda o centroizquierda que no se identifican con el
kirchnerismo.
He aquí una forma de presentar la
tan mentada “polarización” que vive el país. En la Ciudad de Buenos Aires el
primer sector claramente ha encontrado una representación política en el
macrismo. El PRO más que representar para esos sectores una fuerza de gestión
de transformación positiva en la
Ciudad , es apoyado por pararse en la vereda de enfrente del
kirchnerismo en todos los planos, políticos e ideológicos. El segundo campo en
cambio ha estado en disputa en esta ciudad. En 2009 Pino Solanas expresaba este
clima social y sacó el 24% de los votos sorprendiendo a propios y ajenos.
Sin embargo la orientación
elegida por Proyecto Sur y por las fuerzas que confluyeron en el FAP se
alejaron de este campo y explotaron al máximo la contradicción de la
polarización K – Anti K ubicándose en el segundo bando. Pino Solanas, al igual
que los dirigentes del FAP, eligieron dialogar con el primer sector social
mencionado y no con el segundo. Pararse desde el antikirchnerismo como primer
definición política y querer representar la bronca de esos sectores. En la Ciudad de Buenos Aires esto
significa no disputar la base social del kirchnerismo, sino la del macrismo. Se
entiende así que su discurso pase fundamentalmente por la reivindicación del 8N
y que el objetivo de esta mega alianza “progresista” esté más enfocado en
arrebatar el senador al kirchnerismo que en disputar al macrismo.
La crisis actual en el espectro
“progresista” es consecuencia de estas decisiones. El camino elegido tiene
consecuencias. Libres del Sur anuncia un frente con la UCR e impulsa como figura al
lobbista de los mercados financieros Prat Gay. Pino Solanas coquetea con Elisa
Carrió y pone en crisis una construcción militante.
A la crisis del espacio
“progresista” se le agrega la particular situación del kirchnerismo. El
gobierno nacional ha elegido como estrategia no disputarle al macrismo la
ciudad. No solo eso, sino que ha tenido una política que muchas veces sirvió
para fortalecer la gestión del PRO. Los acuerdos en la Legislatura porteña
son una muestra. Pero el electorado kirchnerista, ¿quiere que los legisladores
que los representan pacten con el macrismo o preferiría que trabajen para
construir una alternativa al PRO?
De este análisis podemos
desprender dos conclusiones importantes. La primera es la existencia de un
enorme espacio vacante en la
Ciudad. Tanto el kirchnerismo como el progresismo han dejado
de representar a un importante sector de la población. Es posible ocupar ese
espacio con una propuesta coherente que garantice una representación
consecuente en la legislatura y no los pactos con el PRO y que asegure también
una posición consecuente en el Congreso y no los pactos con la derecha o
sectores de poder.
La segunda conclusión es que la
brecha entre la política y la sociedad se ha ampliado. Todas estas maniobras y
especulaciones que se tejen en el terreno de la política poco tienen que ver
con las expectativas de la población y muchos lazos de estos “políticos de
carrera” con las organizaciones sociales y populares se han lacerado. Miles y
miles de ciudadanos son defraudados luego del voto y muchas organizaciones no
están representadas. Es necesario entonces construir un espacio político que
pueda postular su vinculación con los movimientos sociales, culturales y
territoriales de la Ciudad.
La posibilidad para la izquierda
independiente
Un conjunto de organizaciones políticas y sociales, entre
las que se encuentra MAREA Popular, venimos desarrollando una experiencia
diferente a las mencionadas. Esta tiene como característica fundamental la
apuesta por la construcción del poder popular, lo que define una perspectiva
estratégica pero también una práctica cotidiana. La militancia cotidiana desde
la base y el desafío de proyectar políticamente una propuesta que se mantenga
bien cerca de la realidad que vive el pueblo.
Estas experiencias han madurado y
hoy son muchas las organizaciones que coincidimos en la necesidad de dar la
disputa política también en el plano institucional y electoral. Creemos que la
proyección política y la disputa electoral tienen que servir para visibilizar y
alimentar las construcciones desde abajo. El poder no está solamente en las
instituciones, pero tampoco solamente en la calle. Es necesaria una
articulación de los distintos planos en un nuevo proyecto de país que pueda ser
apropiado por millones.
La disputa institucional desde
este espacio no es solamente para alcanzar un cargo. Pero hacerlo sirve, y
mucho. No debemos escapar a las reglas del juego que el propio sistema tiene.
De la misma manera que aprovechamos a nuestro favor las herramientas legales o
institucionales en los conflictos sociales, lo mismo debemos hacer en las
elecciones. Pero por supuesto que nuestra participación en este plano no se
reduce a jugar las reglas del juego. También incorporamos la crítica al
funcionamiento mismo de estas instituciones y la necesidad de cambiar
radicalmente la arquitectura del Estado.
Este arco de organizaciones
populares puede expresar en las próximas elecciones una nueva experiencia
política. El espacio político vacante que en la Ciudad dejan tanto el
kirchnerismo como el “progresismo” nos presenta una oportunidad. La política le
tiene terror al vacío, por lo que si ese espacio no lo ocupamos nosotros, otro
lo hará. Aquí radica entonces no sólo la oportunidad, sino también la
responsabilidad de nuestras organizaciones.
Nuestra política hacia las
elecciones en la Ciudad
de Buenos Aires
El Gobierno de la
Ciudad ha decidido unificar las elecciones legislativas con
las nacionales. Es decir que en las próximas elecciones se votarán en la misma
elección senadores y diputados nacionales junto a legisladores de la Ciudad. En las
elecciones en la Ciudad
entonces, se discutirán sus problemas, pero también los grandes temas
nacionales.
Construir un proyecto alternativo
al macrismo no se puede limitar a la denuncia. No alcanza con decir que el gobierno
de Macri es privatista y de derecha, hecho que a su vez no es tan evidente para
un sector importante de la población. Creemos que es necesario desarrollar la
crítica en base a los problemas estructurales: la desregulación del mercado
inmobiliario, la desigualdad norte-sur, el avance del sector privado en salud y
educación, la falta de una política integral de transporte, entre otros temas.
Demostrar que los problemas de la
Ciudad son consecuencia por acción u omisión del gobierno y
que tenemos un proyecto alternativo que no se reduce simplemente a consignas
abstractas de defensa de lo público, sino que se integra con propuestas
concretas pensadas y diseñadas para la Ciudad.
En el plano nacional creemos
perfectamente posible postular una alternativa a la política oficial sin caer
en posicionamientos funcionales a los sectores de poder ni dejar de reconocer
avances populares importantes. Es necesario plantear la necesidad de una
transformación estructural de la economía basada en la recuperación de la soberanía
nacional, que parta de la intervención estatal en el comercio exterior y atacar
la restricción de divisas e inflacionaria por esa vía, así como limitar los
niveles de rentabilidad de las principales empresas del país. Proponer una
reforma tributaria progresiva y la reorientación del gasto social para
potenciar políticas sociales distributivas. A su vez es necesario poner en
debate el modelo productivo argentino, su excesiva dependencia de la soja y la
lógica de saqueo de los recursos naturales en la Cordillera. Un
programa económico debe estar a su vez acompañado por una transformación del
Estado, democratizando su funcionamiento e incorporando mecanismos de
participación popular. A su vez creemos indispensable seguir levantando las
banderas de la democratización de los medios de comunicación, las
reivindicaciones del movimiento de mujeres y por la igualdad de género y la
necesidad de una política de integración latinoamericana de perspectiva
emancipatoria.
Para lograr ocupar el lugar
vacante y poder visibilizar la existencia de un nuevo espacio político,
consideramos necesario conformar un frente lo más amplio posible. Este frente
debe poder integrar a organizaciones políticas que nos encontramos en esta
búsqueda pero también a organizaciones sociales, culturales y diversos espacios
que hoy no encuentran representación en el escenario político. La práctica de
la unidad supone integrar la diversidad. Dentro de este espacio amplio existen
coincidencias fundamentales pero también diferencias y matices. Desde MAREA
Popular estamos convencidos de la potencialidad política de un espacio unitario
de todas las fuerzas que venimos encontrándonos en la práctica y acordando
posicionamientos sobre distintos hechos de la realidad.
Finalmente, creemos que estamos
en condiciones de conformar una propuesta no sólo coherente y atractiva para un
sector importante de la población, sino también capaz de incidir seriamente en
el terreno electoral. Para esto debemos integrar, además de las agrupaciones, a
figuras o personalidades que ya sea por su trayectoria o por su
representatividad, pueden acompañar y darle visibilidad a esta experiencia.
Pero sin olvidar que los y las protagonistas de la construcción de un nuevo
proyecto político somos los miles que ponemos el cuerpo, el corazón y la cabeza
día a día para cambiar las cosas.
Editorial Revista
Marea Popular Nº 3
22 de abril de 2013
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