El Espejo principal

domingo, 1 de diciembre de 2013

Manifiesta Feminista contra la megaminería y el modelo patriarcal colonial extractivista.



XXVIII Encuentro Nacional de Mujeres 
San Juan 2013

Soberanía sobre nuestros cuerpos y territorios

Las organizaciones sociales, políticas, sindicales, populares y feministas abajo firmantes, reunidas en la ciudad de San Juan en el 28° Encuentro Nacional de Mujeres, expresamos nuestro rechazo al saqueo y explotación de los bienes comunes y las consecuencias ambientales que genera y fundamentalmente a las distintas formas de violencia contra las mujeres que implica.


Luchamos por la soberanía de nuestros territorios
Somos mujeres latinoamericanas y nuestra identidad se forjó en la Resistencia a la conquista colonial de nuestros territorios y al saqueo de los bienes comunes de nuestra tierra. Pasados más de cinco siglos, seguimos enfrentando bajo nuevas formas al colonialismo y al patriarcado, ahora por el accionar de las corporaciones transnacionales en la región, que con el apoyo de los gobiernos, saquean y contaminan los bienes comunes, y continúan el silencioso genocidio de nuestros pueblos.
Empresas como la Barrick Gold, Chevron, Monsanto, explotan nuestros suelos, extraen bienes comunes como el petróleo o los minerales a gran escala, contaminan con cianuro tierras y aguas, destruyen los glaciares, invaden con transgénicos y agrotóxicos los territorios dedicados a la agricultura, desarticulan economías regionales, desplazan comunidades, y reprimen a quienes resisten esta destrucción.
 Nos encontramos este año en la provincia argentina de San Juan y es desde aquí que queremos expresar nuestra firme oposición al extractivismo a gran escala –del que la Barrick Gold es uno de los principales exponentes- y denunciar las graves consecuencias que la aplicación de estos modelos extractivistas producen en nuestros territorios y particularmente en la vida de las mujeres.
 Denunciamos a los gobiernos que, aprovechándose de la falta de empleo, de los empleos precarizados o de la subsistencia a partir de planes sociales, hacen hincapié en las supuestas ventajas competitivas que emprendimientos como la megaminería traerían aparejados, mientras promueven lógicas individualistas del sálvese quien pueda en la conciencia de nuestros pueblos y ocultan las graves consecuencias ambientales y sociales que estos proyectos promueven.
Como parte de las diversas luchas ambientales que atraviesan nuestro continente y nuestro país, llamamos a profundizar la batalla contra las políticas de las corporaciones transnacionales. Éstas promueven hoy un nuevo reparto colonial de Nuestramérica, saqueando los bienes de la naturaleza, destruyendo el medio ambiente, contaminando los ríos, deforestando nuestras selvas, buscando el control de las semillas. Son las nuevas formas del saqueo.
 Decimos colonial con especial énfasis. Lejos del discurso dorado de que esta política nos saca del atraso económico y provee crecimiento, la realidad es que el extractivismo como columna vertebral de la actividad económica, coloca a nuestros países en situación de mayor dependencia y menor soberanía política frente a los países imperialistas, en un nuevo reparto del mundo que vuelve a colocarnos como proveedores de materias primas y bienes primarios.

Luchamos por la soberanía sobre nuestros cuerpos
La conquista colonial de nuestros territorios fue de la mano de la violación de nuestros cuerpos. Esto es parte de nuestra identidad, como también lo es la resistencia de las mujeres de los pueblos originarios que nos antecedieron y que continúa hasta hoy, invisibilizada por la llamada “civilización” y su apuesta al “desarrollo” y al “progreso”. Pasaron más de cinco siglos y los nuevos modelos de expropiación de la naturaleza van de la mano también del control sobre el cuerpo y la vida de las mujeres. La mercantilización de nuestros territorios y de nuestros bienes naturales comunes está íntimamente ligada con la concepción de nuestros cuerpos como mercancías.
Tal como lo venimos expresando las mujeres feministas y de los diferentes movimientos sociales latinoamericanos, la profundización de las políticas extractivistas no hace más que reforzar el lugar histórico de opresión de las mujeres. Esta forma de explotación laboral nos relega a las mujeres a dos “destinos”: al trabajo precarizado y sobreexplotado y/o al rol de “cuidadoras de la familia”, desarrollando un trabajo invisibilizado.
 Pero también, el desembarco de los emprendimientos a gran escala como la megaminería, la explotación petrolera o de los hidrocarburos no convencionales produce una consecuencia más grave. Estos verdaderos enclaves territoriales en zonas alejadas de las ciudades constituyen, con la complicidad de un Estado proxeneta, nodos para el consumo de prostitución cuya demanda se sostiene con la trata y explotación sexual de mujeres y niñas. De ahí la histórica denuncia de que la ruta del petróleo -pero también la ruta de la soja y de la megaminería- son las rutas de la trata y la prostitución.
 Este 25 de noviembre – Día Internacional de Lucha contra todas las formas de Violencia hacia las mujeres- nos encontrará en San Juan, organizándonos y discutiendo sobre todas las problemáticas que nos atraviesan. Es en ese marco que reafirmamos nuestro compromiso con la lucha contra la trata de mujeres y niñas, el sistema prostituyente, y toda forma de explotación sexual, porque son la expresión más radical de las violencias de géneros y de la avanzada imperialista sobre nuestros cuerpos y territorios.
Estas formas de explotación son negocios millonarios que sostienen y financian gobiernos, se articulan con el tráfico de armas y drogas y tienen vínculos probados con el Estado, desde el poder político, la justicia y las fuerzas de seguridad. Se debe abordar como una problemática transnacional que excede el marco de las fronteras nacionales, como un asunto urgente a nivel regional y continental. Exigimos al conjunto de los gobiernos por la aparición con vida de las mujeres desaparecidas por las redes de trata. Denunciamos las complicidades de las fuerzas de frontera y todos los niveles gubernamentales y judiciales que permiten el funcionamiento de whiskerías y prostíbulos.
Rechazamos las violencias de géneros y nos negamos a que nuestros cuerpos y subjetividades sigan siendo territorios de disputas del capitalismo patriarcal. Territorio de violaciones, esterilizaciones, embarazos forzados, trata, violencias de todo tipo, empobrecimiento, discriminaciones de género, étnicas o etarias. En algunos países como Haití, México, Honduras, Paraguay y Colombia estos procesos se sustentan gracias a la militarización que impacta especialmente en la vida de las mujeres. Basta con analizar los altísimos índices de femicidio, violencia y trata en estos países.
Por eso decimos basta de asesinatos de mujeres. ¡Ni una mujer menos, ni una muerta más! Las estadísticas de femicidios son crecientes y alarmantes, expresión de la falta de políticas públicas de prevención y de asistencia a las mujeres en situación de violencia.
Luchamos también por el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos. Por ello afirmamos junto a la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito de Argentina: educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar y aborto legal para no morir. Exigimos el acceso a métodos anticonceptivos y la posibilidad de intervenir voluntariamente los embarazos no deseados en hospitales públicos. No se trata solo de despenalizar el aborto sino de avanzar en la legalización del mismo en todo el continente, para que los Estados garanticen el acceso a los derechos sexuales y reproductivos y se comprometan en el diseño e implementación de políticas públicas integrales que permitan la emancipación de todas las mujeres.
 Como parte del movimiento de mujeres y feminista alertamos sobre el avance continental de sectores fundamentalistas que vulneran el derecho a decidir libremente sobre nuestros cuerpos. En ese sentido, desde el movimiento de mujeres latinoamericano rechazamos enérgicamente las recientes declaraciones del presidente Rafael Correa a partir de las cuales se hace evidente la connivencia de los poderes eclesiásticos y políticos. La descolonización de nuestros territorios y nuestros cuerpos está necesariamente ligada a la construcción de Estados verdaderamente laicos.
 Por todo esto, como parte del movimiento de mujeres y feminista, del movimiento popular Nuestroamericano, estamos en pie de lucha. Llevamos con nosotras la honda de Bartolina y las mujeres de los pueblos originarios, el sable de Juana y las independentistas, los mitines de Virginia y las anarquistas, la lucha por los derechos cívicos de Eva, Alicia y las sufragistas, los fusiles de Aleida y Vilma y las guerrilleras, los debates desafiantes de Domitila y las luchadoras de la década del 60, los pañuelos blancos de Azucena y las Madres, las llantas quemadas de Teresa y las piqueteras. Somos ellas, y en cada rincón del continente nos rebelamos, cuestionamos y avanzamos para erigir un mundo distinto, con igualdad en la diversidad. Construimos el futuro que soñamos, donde la liberación de las mujeres vaya de la mano de la emancipación de nuestros pueblos.

San Juan 2013
Fuente: CTA Género





 

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